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Exclusiva 04 de julio de 2025

CIENTÍFICOS CREAN BIOPACKAGING QUE ALARGA LA VIDA DE LA FRUTA Y COMBATE HONGOS.

A partir de restos vegetales del agro, un equipo de investigadores de la Universidad Católica del Maule (UCM) creó un empaque inteligente y compostable que protege las frutas durante su exportación. El material no sólo combate hongos y etileno, también apunta a reemplazar el plástico en la cadena frutícola. Esto lograría evitar la putrefacción de la fruta cuando presenta retrasos por temas logísticos o administrativos, al momento de su exportación, problema que representa millones de dólares en pérdidas. El biopackaging elaborado con celulosa extraída de residuos agrícolas, podría convertirse en una solución clave para reducir dichas pérdidas en la exportación de frutas chilenas. La innovación, desarrollada en el marco del proyecto FIC-R Maule, denominado “Transferencia de Bio-packaging en base a aerogel de residuos orgánicos” y financiado por el Gobierno Regional del Maule, apunta a resolver dos desafíos persistentes del rubro: el control de hongos y la maduración acelerada por etileno. El proyecto, liderado por el investigador Rodrigo Andler, consiste en la elaboración de un aerogel ultraliviano y biodegradable que se fabrica a partir de celulosa obtenida de residuos orgánicos. “Estamos generando un material que no solo reutiliza desechos de la industria frutícola, sino que también reemplaza el actual material de embalaje que solo cumple funciones básicas de absorción de humedad. Nuestro aerogel, en cambio, aporta soporte mecánico, capacidad antifúngica y control del etileno”, explicó. La celulosa, principal componente del aerogel, se obtiene mediante un proceso de extracción a partir de residuos vegetales, principalmente de manzana, donde aproximadamente un 10% del residuo es transformado en celulosa purificada. Posteriormente, esta celulosa es combinada con agentes entrecruzantes naturales que permiten formar una estructura sólida y porosa. A través de un proceso de ultrasonido, congelamiento y liofilización, se obtiene el aerogel en forma de planchas livianas, con alta capacidad de absorción y de liberación controlada de compuestos. “El proceso de secado que utilizamos —la liofilización— es clave, porque permite conservar intacta la estructura del material sin dañarlo por calor, como ocurre en otros métodos. Eso nos entrega una matriz ultra porosa y liviana, ideal para nuestras aplicaciones”, detalló Andler. Este biopackaging funciona gracias a dos mecanismos: primero, incorpora aceites esenciales naturales que se liberan de forma controlada y que inhiben el crecimiento de hongos; segundo, su estructura altamente porosa permite absorber parte del etileno que la fruta genera, retrasando su maduración. “En nuestras pruebas en cámaras de simulación, el aerogel ha mostrado una reducción de hasta un 20% del etileno presente, lo que ayuda a prolongar la vida postcosecha y reducir pérdidas comerciales”, indicó el investigador de la UCM. Además, pruebas en condiciones refrigeradas demostraron que la acción antifúngica del material puede inhibir por completo el crecimiento de Botrytis cinerea, uno de los hongos más comunes en la descomposición de frutas. Actualmente, el equipo se encuentra en etapa de validación del producto y postulando a nuevos fondos para escalar el desarrollo. “Tenemos un prototipo validado a nivel de laboratorio y con las siguientes acciones pretendemos llegar a un TRL 7. La idea es licenciar la tecnología a empresas del rubro para que puedan adoptarla y contribuir a una exportación más sustentable”, afirmó Andler. “La importancia de esta innovación va más allá del sector exportador. Apunta a reemplazar materiales de origen petroquímico por soluciones biodegradables y de origen vegetal, con impacto positivo en el medio ambiente. Además, posiciona a Chile como un referente en el desarrollo de tecnologías para packaging activo y sustentable”, concluyó el investigador. El biopackaging desarrollado desde el Centro de Biotecnología de los Recursos Naturales (CenBio) de la Universidad Catolica del Mule de Chile no solo responde a los desafíos de la industria frutícola, sino que representa un ejemplo concreto de cómo la ciencia y la tecnología regional pueden generar soluciones con impacto nacional e internacional. F/UCM
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